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Más Sartre y menos engagement corporativo

RSC: “Más Sartre y menos engagement corporativo”


Más allá de los planteamientos teóricos sobre la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), queremos hacer una reflexión sobre la ética empresarial desde un enfoque filosófico. 
Jean-Paul Sartre (1905-1980) fue un filósofo francés existencialista que elaboró su teoría sobre la Ética desde el prisma del compromiso social y la acción. Para la ética existencialista, la esencia de las personas, aquello que nos define, es lo que construimos nosotros mismos mediante nuestros actos en la medida en que tomamos decisiones para realizar nuestra vida de una forma u otra. Es la Ética de la responsabilidad: al hacerse a sí mismo, el sujeto se hace responsable de su ser y, al mismo tiempo, del ser de los demás (la sociedad) en su interacción con ellos. Según Sartre, en esta participación y compromiso social (en francés: engagement) radica la Ética.
Paradójicamente, en la jerga empresarial la palabra engagement suele referir algo muy diferente: hace alusión a la implicación laboral, a cierta unión emocional con la organización que mejora la rentabilidad de la empresa; y en otros casos, se utiliza para hacer referencia a la “lealtad” o grado en que un consumidor interactúa con una marca. Para entendedores de Filosófica y Ética, resulta bastante desafortunada la utilización del término engagement para referir la fidelidad a una marca o la implicación empresarial, que en muchas ocasiones poco tienen que ver con el compromiso social. En las grandes empresas —pongamos como ejemplo las del Ibex35—, es muy frecuente implementar acciones tendientes a fomentar la implicación del personal (especialmente el directivo) y a involucrarlos con los objetivos de la empresa, pero ¿qué pasa cuando conocemos datos que revelan por ejemplo que el 94% de estas empresas operan en paraísos fiscales, que tributan una media del 11% de sus beneficios o que, para obtener mayores márgenes, deslocalizan la producción hacia países donde no se respetan los Derechos Humanos ni los principios laborales más básicos definidos por la OIT?

La pregunta que nos hacemos es: ¿vale más para muchos directivos el engagement corporativo y su identificación con los intereses de una corporación que el engagement personal como individuos que interactúan e influyen en la sociedad de la que forman parte?

Una analogía entre GRI y Max Scheler: creer que reportando quedan cubiertas las demandas sociales de ética empresarial


Otro pensador, Max Scheler (1874-1928), fundó su Ética en contenidos concretos: los valores; y elaboró una tabla o escala de valores donde los trascendentes (solidaridad, libertad, autonomía, etc) debían primar sobre los sensibles (utilidad, bienestar, etc). No obstante, muchos pensadores posteriores a Scheler coincidieron en el peligro de reducir el ejercicio de la Ética a una herramienta, donde no se tienen en cuenta por ejemplo las circunstancias o consecuencias. Del mismo modo, observamos cómo la ética empresarial se ve traicionada por empresas que reducen el comportamiento ético a elaborar sus reportes GRI, que no son más que una herramienta de medición —muy necesaria para los grupos de interés por su contribución a una mayor transparencia, pero de demostrada ineficacia para asegurar el comportamiento ético empresarial.

En definitiva, está claro que el ejercicio de la Ética no es algo tan simple como mirar una tabla de valores; en toda actividad humana, y aún más cuando hay fines económicos de por medio, el comportamiento ético debe intentar encontrar un equilibrio entre:
  • el fin que se pretende conseguir, 
  • los medios (que deben ser siempre honestos
  • las posibles consecuencias, e incluso, 
  • las circunstancias (¿es ahora el momento adecuado para esta acción?). 
Especialmente la última pregunta adquiere mayor relevancia en estos últimos años de crisis en que muchas grandes empresas con beneficios millonarios han ejecutado EREs masivos a la vez que incrementos en las retribuciones de consejeros y alta dirección (en 2012 los Consejos de las empresas del IBEX35 ganaron un 5,64% más que en 2011; y el 38% de esas empresas —entre ellas Telefónica, BBVA, Banco Sabadell— ejecutaron EREs que afectaron a más de 30.000 trabajadores de estas compañías).

¿Qué debería entenderse por verdadera RSC?


Para que haya verdadera responsabilidad social corporativa debería existir un engagement a nivel personal por parte de los ejecutivos hacia la sociedad: perseguir un fin económico, pero siempre a través de medios honestos y atendiendo las circunstancias y las posibles consecuencias sociales. Es buscar la coherencia en el ámbito profesional y el personal, actuando en ambos con la plena consciencia de que cada decisión tomada configura no sólo la reputación profesional y corporativa sino lo que es aún más importante: la esencia de su persona. Por el contrario, cuando esta coherencia no existe, es común que se produzca un desdoblamiento del comportamiento por el que se actúa en el ámbito profesional como “buen directivo”, logrando por ejemplo mayores márgenes sin importar si se consiguen por la vía de la explotación laboral; y, paralelamente, y gracias a los beneficios obtenidos, se realizan acciones filantrópicas que lo convierten en “buena persona”. De esta manera, la pobreza generada en el plano profesional queda compensada con filantropía en el plano personal, con la ilusoria gratificación de sentirse “buenos profesionales y buenas personas”. Pero más allá de esta concepción subjetiva irreal, existe una realidad ineludible: el mundo globalizado trae evidentemente muchas ventajas a las grandes empresas, pero la desventaja de que la información es accesible y fácilmente contrastable por parte de la sociedad civil (también consumidora); y este simple hecho hace que la voluntariedad en temas de RSC sucumba ante una sociedad cada vez más exigente. La incoherencia y la falta de transparencia se pagan caras en términos de reputación.

Señores directivos ¿y si hacéis verdadera RSC con convicción y aprendiendo a ver los problemas sociales como si fuerais parte de sus causas y de su posible solución? Porque, como dijo Sartre, “No puede haber Ética sin compromiso social.”

RSCivil


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