Mango en la portada del New York Times por negarse a indemnizar a las víctimas de Bangladesh
Hace unos meses, Campaña Ropa Limpia publicó una lista de las marcas internacionales que se han negado a participar en el fondo de compensación para las víctimas de Rana Plaza, la mayor tragedia de la industria textil, que causó la muerte de más de 1.100 trabajadoras y trabajadores. Medios internacionales, como New York Times, se suman para denunciar empresas que se benefician de la fabricación low-cost pero se niegan a asumir responsabilidades por los fallos de seguridad en la cadena de suministros.
Lee la traducción del artículo publicado en New York Times.
Un diseñador en las oficinas de Mango en Barcelona, en claro
contraste con fábricas de Bangladesh.
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PARETS DEL VALLÈS, España– Desde un impecable centro de distribución en las afueras de Barcelona, la marca internacional de moda Mango distribuye 60 millones de prendas al año. Cintas transportadoras automatizadas atraviesan el edificio, como líneas de metro, clasificando y organizando blusas, suéteres y otros artículos que se envían a todo el mundo. Las manos humanas apenas tocan las prendas. A unos 9.000 km de distancia, en Bangladesh, la fábrica Phantom Tac, en el suburbio industrial de Savar, era un hervidero de manos humanas. Cientos de hombres y mujeres inclinados sobre máquinas de coser para fabricar ropa en un sistema de líneas de montaje obsoleto. La velocidad también era esencial, pero se conseguía haciendo trabajar a los empleados más deprisa.
La primavera pasada, siguiendo sus planes de expansión global, Mango recurrió a Phantom Tac para hacer un pedido de polos y otros artículos a modo de prueba. Más tarde, el 24 de abril, el complejo de fábricas de Rana Plaza se derrumbó, provocando la muerte de más de 1.100 personas en la peor tragedia en la historia de la industria textil. Phantom Tac, entre otras fábricas, quedaron destruidas.
Mango el año pasado distribuyó 60 millones
de prendas desde Barcelona hasta las tiendas
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Por el contrario, otras marcas, entre ellas Mango, se han negado a contribuir en este fondo para las víctimas. Mango argumenta que no es responsable porque no había "formalizado una relación comercial" con Phantom Tac. Directivos de Mango afirman que aún se estaban realizando inspecciones de calidad y auditorías en la fábrica de Phantom Tac y que todavía no se habían comenzado a fabricar los 25.000 artículos de muestra que había solicitado. Sin embargo, en entrevistas llevadas a cabo durante varios meses, supervisores y empleados de Phantom Tac aseguraron que ya se había comenzado a trabajar en las muestras para Mango cuando el edificio de Rana Plaza se derrumbó. Ya se estaban marcando y cortando las telas, y algunos empleados afirman que se estaban cosiendo algunas prendas. "Los jefes tenían urgencia", explicó Mohammed Mosharuf Hossain, de 28 años, que trabajaba en una sección de corte. "Los gerentes nos pidieron que terminásemos los productos de Mango con urgencia. Dijeron que si acabábamos este trabajo rápido, conseguiríamos más pedidos de Mango."
Rana Plaza ha obligado a grandes marcas y distribuidores internacionales a reconocer la necesidad de reparar las desproporciones que existen en la cadena de suministros de la industria textil. La tecnología y las inversiones han transformado la parte más visible de esta industria, permitiendo que Mango y otras marcas puedan incrementar las ventas, gestionar con gran precisión stocks a escala internacional e introducir nuevos modelos con mayor rapidez que nunca, en tanto los consumidores esperan encontrar novedades cada vez que visitan una tienda. Pero estas marcas dependen de fábricas localizadas en países en vías de desarrollo como Bangladesh, donde los salarios son muy bajos y la presión para trabajar más rápido y más barato ha generado problemas ya conocidos: edificios inseguros, trabajo insalubre y constantes vulneraciones en las condiciones laborales y salariales. Los consumidores saben poco sobre estas fábricas, a la vez que las grandes marcas mundiales aseguran que sus prendas se fabrican en ambientes seguros.
Podría considerarse Phantom Tac como un intento frustrado de probar que una fábrica de Bangladesh puede ser socialmente responsable y obtener beneficios. Era en parte propiedad de un español, David Mayor, quien había logrado conseguir pedidos de varias marcas españolas. Se había unido a un misionero del Vaticano en el Bangladesh rural para ofrecer un programa de capacitación para mujeres trabajadoras, y había creado un sitio web para que los consumidores de Occidente pudieran contactar virtualmente con los trabajadores que cosían sus prendas. Pero las presiones sobre Phantom Tac para cumplir con los plazos y, además, obtener beneficios, convirtieron esos fines sociales en metas inaccesibles. Según los empleados, había mucho trabajo en la fábrica, aunque habían habido retrocesos: Inditex, el gigante mundial de la moda, propietaria de Zara y Lefties, había cancelado órdenes un año antes, porque la fábrica no había aprobado una auditoría social. Varios empleados explicaron, además, que habían surgido problemas después de que se descubriera que había menores de edad trabajando como ayudantes.
El Sr. Mayor ha desparecido. No respondió a los correos electrónicos en los que se le solicitaba entrevistas, y su familia en España se negó a revelar su paradero. Su socio en Bangladesh, Aminul Islam, está en prisión en relación con el derrumbe de Rana Plaza.
Fábricas como Phantom Tac en Bangladesh y las operaciones de Mango en España forman parte de la misma cadena de suministros, pero en mundos totalmente diferentes.
Si consideras que es necesario actuar, te proponemos estas acciones:
1) Difunde para crear consciencia
2) Revisa tus hábitos de consumo (porque en cada acto de compra favorecemos unos valores empresariales que en ocasiones destruyen el modelo de sociedad al que aspiramos).
3) Exprésate a través de las cuentas de facebook, twitter y sitios web de las empresas que generan brecha social y precariedad laboral. Porque en un mundo globalizado, quienes manejan el poder económico nos condenan a la precariedad para ser competitivos.
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